Y la conocí pensado que ella alegraría mis días. Con su chicle en la boca y su linda sonrisa incompleta. Tan natural como la luna en la noche, tan directa como el relámpago en la tormenta.
Después de la función hicimos la prueba y cambiamos de escenario, rodando en la noche entre calles corruptas, gentes, policías y fiestas.
Yo fui osado, atrevido y travieso; ella fue discreta y cómplice de mis travesuras. ¡Ah! ¡Como reía con esa sonrisa de media luna y carcajadas de cascadas! Tan fácil de provocar, tan agradable, tan sana. Todavía escucho el sonido de su garganta y siento los breves roces de mis labios en su boca… pero cuando te diviertes el tiempo se aburre, vuela y no espera a nadie. Llegó la hora de su partida y un último beso me indicó que acabamos bien.
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