La noche se enfría oscureciendo la ciudad, yo me oscurezco a mí mismo mirando tu silueta, y me entristezco dejando que Nostalgia ocupe su lugar y Melancolía se contente con la pena de este hombre que se torna gris...

lunes, 23 de noviembre de 2009

Todo había terminado… (cara C de "Y La Conocí...")

Se tornó seca. Su conversación en el teléfono era parca y en su faz no existía la sonrisa, No me hacía coro en mis payasadas, ni fue más una cómplice de mis travesuras, Ahora le gustaba bailaba sola. No salía a la noche y su imagen se tornó borrosa por su ausencia. Ya no brindaba, sólo tomaba y dejaba marchitar mi risa.

Toqué música para alegrarle la vida y la canción de ella era el ruido de un corazón roto, maltratándome cada vez que su corazón filtraba sangre por sus ruinas.

Su sonrisa de cascada se convirtió en un abismo de ironias, en pozo negro de gritos.

—La verdad es que no te quiero —me dijo lastimera. —quiero a quien me rompió el corazón.

Su voz sonó a despedida y la falta de un beso frente a su puerta me indicó que todo había terminado…

sábado, 14 de noviembre de 2009

Era Magia (cara B de "Y La Conocí...")‏

Nota: Antes lee "Y la conocí" que está más abajo.

Al otro día quedamos en vernos y salimos a juntarnos. Yo la esperé frente a la gran puerta de piedra, ella llegó una hora tarde, me incomodé, pero al ver su sonrisa de caramelo (entre disculpándose y aliviada de encontrarme allí) me olvidé del tiempo perdido y disfruté su compañía.

Paseamos, fuimos al parque y los niños jugaban mientras el crepúsculo nos sinceraba, y fuimos honestos, y contamos nuestras historias, las que explican porque estábamos solos. Dimos vueltas, cenamos, bebimos… disfrutamos.

Y así pasábamos varias noches, aliviando el cansancio, el conflicto y las penas. Saliendo, escapando de la realidad de nuestras solitarias vidas, porque nuestra realidad, cuando estábamos juntos no era real, era magia y esa magia crecía cuando bailábamos en nuestro trance, la catarsis.

Su aroma era lo etéreo, mi abrazo el inicio del ritual, sus besos la música, mi lengua seguía su compás, el corazón de ella mi nueva religión, mi corazón el cordero a sacrificar.

Y el fuego de la pasión creció y se consumió por su propio ardor. En sus ojos.

La madrugada, el tiempo de volver a casa, a nuestra realidad. La de ella un amor fallido. La mía ningún amor existente.

Nos tuvimos que despedir, pero un último beso frente a su puerta me indicó que estaríamos bien…

lunes, 9 de noviembre de 2009

Este hombre que se torna gris…

La noche se enfría oscureciendo la ciudad, yo me oscurezco a mí mismo mirando tu silueta, y me entristezco dejando que Nostalgia ocupe su lugar y Melancolía se contente con la pena de este hombre que se torna gris…

Y la conocí...

Y la conocí pensado que ella alegraría mis días. Con su chicle en la boca y su linda sonrisa incompleta. Tan natural como la luna en la noche, tan directa como el relámpago en la tormenta.

Después de la función hicimos la prueba y cambiamos de escenario, rodando en la noche entre calles corruptas, gentes, policías y fiestas.

Yo fui osado, atrevido y travieso; ella fue discreta y cómplice de mis travesuras. ¡Ah! ¡Como reía con esa sonrisa de media luna y carcajadas de cascadas! Tan fácil de provocar, tan agradable, tan sana. Todavía escucho el sonido de su garganta y siento los breves roces de mis labios en su boca… pero cuando te diviertes el tiempo se aburre, vuela y no espera a nadie. Llegó la hora de su partida y un último beso me indicó que acabamos bien.

Un Saludo para Ella...

Cuando recuerdo con fascinación tus ojos, tus labios, tu dulce lengua en mi boca… el anhelo de mi cuerpo se intensifica y mi corazón retumba tan potente dentro de mi pecho, cada vez más alto. En las noches me duermo deseando sentir en mis brazos la suavidad de tu cuerpo valiente y perderme en la noche de tu pelo, en la oscuridad de tus ojos mientras me endulzas con el azúcar de tu boca.